“Sean perfectos como mi padre celestial es perfecto” Mateo 5,48. Toda la vida del cristiano es una llamada permanente a vivir en santidad. Hoy que iniciamos el mes de noviembre con esta solemnidad de todos los santos, es una oportunidad para dar gracias a Dios por nuestra vida y por la oportunidad que Él nos brinda de caminar a su lado, guiados por sus santos mandamientos para alcanzar la perfección. Fuimos creados a imagen y semejanza de Dios; por tanto, debemos comportarnos y luchar por cultivar en nuestra vida esas virtudes que nos llevan hacer de nuestra existencia un cielo aquí en la tierra.

Es por eso, que hoy celebramos las virtudes de esas personas que como tú y yo se esforzaron por purificar su vida, rechazando el pecado, e implorando la misericordia del Señor cada día, para que a través de la oración, la caridad y el servicio fueran dignos de gozar de la presencia de Dios, la cual, se veía reflejada en sus rostros, en sus palabras y en sus hechos. Ellos, se gozaban de tener a Dios en su corazón, de trasmitirlo con alegría y sencillez en cada paso que daban.

Esta Solemnidad para qué me puede servir a mí, que soy un peregrino en esta tierra? Me sirve para inflamar mi corazón de amor y de deseos de santidad? Para eso, he de atesorar tesoros para el cielo. Jesús le dijo al joven rico: «Si quieres ser perfecto, vende todo lo que tienes y reparte el dinero entre los pobres, para que tengas un tesoro en el Cielo.» Evalúa tu vida hermano y ve de qué tienes que desprenderte, qué te impide caminar por la senda del bien?