El amor de Dios fue elemento esencial en la espiritualidad de nuestro fundador. Amor que legó a la congregación y dejó sintetizado en el lema A.M.A.D.
Es un llamado a que comprendamos que, la gran obligación de la vida es vivir de amor a Dios y al hermano. Entender que, como el mundo es egoísta, duro, frío con Dios y aún con el hombre, se debe repetir insistentemente este lema, para que la gente, al fin oiga la voz de Dios, abra el entendimiento a la luz divina, escuche lo que El le dice en la conciencia y se convenza de que lo que falta en la tierra es amor; amor divino que sea tan grande, tan fuerte, que llegue a encarnarse en el hombre, produciendo fraternidad, para vivir como verdaderos hijos del padre Dios.