La vida de todo bautizado está hecha de pequeños detalles, que a veces por insignificantes que sean le dan mucho sentido a lo que hacemos; por ello el evangelio de este día nos invita a ser luz y sal, dos elementos sencillos pero importantes. “ustedes son la sal de la Tierra”(Mt. 5,13), Ustedes son la luz del mundo (Mt. 5,14) nos dice Jesús y estamos llamados a dar sabor y a iluminar con nuestro testimonio la vida, de los demás porque por Caridad somos responsables del crecimiento espiritual de los demás.
Si te dejas llevar por el pesimismo, la indiferencia, la rutina y no imprimes un poco de alegría y entusiasmo a tu vida cotidiana, es el momento de parar, levantar la mirada y ver a Jesús que con los brazos abiertos nos invita a retomar la jornada con un impulso nuevo como quien lleva en sí una fuerza poderosa, que brota del espíritu Santo y es fruto de nuestra relación continua con Dios en la oración. Él, hace nuevas todas las cosas y nos ayuda a mirar con nuevos ojos la vida.
